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Palacio Barolo: La Divina comedia encarnada en la Av. de Mayo

24 de Febrero de 2023

Un edificio repleto de simbolismo donde se hermanan dos ramas del arte: la arquitectura y la literatura.

Allá por 1890 el progresista y poderoso productor agropecuario Luis Barolo llegaba a Buenos Aires desde Italia. Se dedicó a la importación de tejidos, fue el primero que trajo máquinas para hilar el algodón, instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco. Sin embargo, uno de sus mayores regalos a nuestro país fue el magnífico edificio que mandó a construir en el barrio de Monserrat, que aún lleva su nombre y hoy es visita obligada de todo amante de la arquitectura de Buenos Aires. Diseñado como propiedad exclusivamente para rentas, el Palacio Barolo fue pensado como un salvaguarda de la tradición y cultura europea en latinoamérica.

Es casi imposible atribuir el diseño del palacio a un estilo o escuela precisa. En ese entonces, entre los inmigrantes europeos que vivían en Buenos Aires rondaba una preocupación común: ante una inminente segunda guerra mundial, se pensaba que Europa sufriría numerosas guerras que destruirían todo el continente y con él, se extinguirían las tradiciones y la cultura europea. Es por esto que el Arq. Mario Palanti intentó conjugar distintos aspectos de la tradición arquitectónica europea presentes en el neogótico y el neorrománico con modernas técnicas constructivas a la manera estadounidense: el edificio fue el primero de Argentina en ser construído con hormigón armado y fue necesario pedir un permiso especial, ya que el proyecto superaba casi cuatro veces la altura máxima permitida a los edificios de la zona. El palacio cuenta también con terminaciones de primer nivel acordes a la opulencia de la época, como también se puede apreciar en edificios erguidos en la época en los barrios de Recoleta, Retiro y Monserrat: las escaleras tienen los peldaños revestidos con mármol de Carrara y están decoradas con herrajes, vitraux, lámparas y molduras, mientras que las paredes y columnas fueron cubiertas por granito.

Pero, sin dudas, una de las características más destacadas del edificio es su conexión con la Divina comedia: Desesperado por conservar la herencia cultural del famoso Dante Alighieri, Barolo quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta y la buena fortuna lo llevó a conocer al Arq. Mario Palanti, otro ferviente seguidor de Dante Alighieri, en el centenario de la Revolución de mayo. Es así que en todos los rincones del edificio se ocultan sutiles referencias que evidencian ser obra de un estudioso de la obra dantesca: La distribución del edificio está basada en la métrica de la Divina comedia, que en arquitectura se conoce como un Danteun; la altura del edificio es de 100 metros y 100 son los cantos de la obra; los versos de la Divina comedia tienen 22 estrofas y el Palacio tiene 22 pisos, y, como broche de oro, la inauguración del proyecto se llevó a cabo en la fecha del aniversario del poeta. 

La planta baja del edificio está construida en base a la sección áurea y al número de oro. En el pasaje central, el palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales, seis de las cuales contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina comedia. Entre las bóvedas transversales sobre las columnas, se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos. 

El edificio se divide en dos bloques con 11 oficinas por bloque en cada uno de los niveles. Los pisos superiores y la cúpula simbolizan los siete niveles del purgatorio. El palacio culmina en una gran cúpula, inspirada en un templo Hindú dedicado al amor, y es el emblema de la realización de la unión de Dante con su amada Beatrice. En la cima de todo, el faro que, además de ser una parada obligada en Buenos Aires que regala una vista increíble de la ciudad, representa los nueve coros angelicales, el cielo y el fin del trayecto para aquel que recorre el edificio, quién, como Dante al final del poema, regresa a la Tierra y decide dar testimonio de su viaje.

En la actualidad, el Palacio Barolo es considerado unos de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires y fue declarado Patrimonio Nacional desde 1997. Todavía hoy funciona como un edificio de oficinas, pero también ofrece visitas guiadas diurnas y nocturnas todos los días y tours temáticos, en los que se puede recorrer el edificio en compañía del mismísimo Dante o incluso… ¡de Jorge Luis Borges! No obstante, la verdadera joya del palacio es su roof-top bar que funciona en la terraza y ofrece tragos de autor y una vista inmejorable de la ciudad.

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